La importancia de la propiocepción


El término propiocepción se ha asociado, tradicionalmente, a las investigaciones de
psicofísica porque es el sentido que nos informa de la posición, orientación y rotación
del cuerpo en el espacio y de la situación y los movimientos de los distintos miembros
del cuerpo gracias a las sensaciones cinestésicas (o sensaciones de movimiento). Los
receptores o terminaciones nerviosas de este sentido están localizados en los músculos,
 tendones, articulaciones y oído interno, formando el sistema propioceptivo.
 
 

La disfunción de este sistema se expresa con torpeza motriz: dificultad para mantener
cabeza y cuerpo erguidos, realizar actividades coordinadas con las dos manos y manejar
 herramientas. También se observa falta de concentración, por inquietud postural,
rigidez de tronco y ausencia de noción de peligro.
 
Sin embargo, la adecuada propiocepción

regula la dirección y rango de movimiento,
permite reacciones y respuestas
automáticas, interviene en el desarrollo del
esquema corporal y en la relación de éste con
 el espacio, sustentando la acción motora
planificada. Otras funciones en las que actúa con más autonomía son el control del
equilibrio, la coordinación de ambos lados del cuerpo, el mantenimiento del nivel de
alerta del sistema nervioso central y la influencia en el desarrollo emocional y del
comportamiento.
 
Para prevenir determinadas dificultades de aprendizaje es
importante que  padres, educadores y las personas
cercanas al niño lo observen en las  diferentes áreas y
situaciones y detecten si algo no marcha como debiera.
 

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