Consecuencias de la Alienación Parental
La Alienación Parental es una forma de maltrato infantil que puede tener
consecuencias muy negativas en el desarrollo físico y psíquico de los hijos y/o las hijas.
Los profesionales deben estudiar cada caso individualmente, sin dar nada por supuesto
desde el principio y aunque no todos le dan la etiqueta de síndrome a los
comportamientos y estrategias que lleva a cabo uno de los miembros de la pareja que se
separa para romper los vínculos de sus hijos y/o hijas con el otro progenitor, la gran
mayoría coinciden en que lo que importa no es el nombre, sino el daño que se produce en
los niños y/o niñas.
Los problemas que se detectan con mayor frecuencia son:
consecuencias muy negativas en el desarrollo físico y psíquico de los hijos y/o las hijas.
Los profesionales deben estudiar cada caso individualmente, sin dar nada por supuesto
desde el principio y aunque no todos le dan la etiqueta de síndrome a los
comportamientos y estrategias que lleva a cabo uno de los miembros de la pareja que se
separa para romper los vínculos de sus hijos y/o hijas con el otro progenitor, la gran
mayoría coinciden en que lo que importa no es el nombre, sino el daño que se produce en
los niños y/o niñas.
Los problemas que se detectan con mayor frecuencia son:
Trastornos de ansiedad. Los
menores viven el momento de las visitas con un fuerte
estrés, en estos casos se
observa respiración acelerada, enrojecimiento de la piel,
sudoración, elevación
del tono de voz y temblores, finalizando en desbordamiento
emocional y no
pudiendo estar delante del progenitor rechazado con serenidad y
normalidad.
Trastornos en el sueño y en la
alimentación. Derivados de la situación anterior. A
menudo manifiestan que sufren pesadillas y
tienen problemas para conciliar o
mantener
el sueño. Por otro lado, pueden sufrir trastornos alimenticios
derivados de la situación
que viven y que no saben afrontar, ingiriendo
alimentos compulsivamente o no
alimentándose, hechos que el progenitor
alienador suele utilizar para cargar contra el
otro, haciendo ver que estos
síntomas son debidos al sufrimiento del/la menor por no
querer ver al
progenitor rechazado por el daño que este les ha producido.
Conductas agresivas. Cuando
nos encontramos ante un nivel severo, en el que como
hemos descrito
anteriormente las visitas se hacen imposibles, se observa en los
menores
problemas de control de impulsos, teniendo que ser contenidos en ocasiones
por
los profesionales. Las conductas agresivas pueden ser verbales o físicas.
Conductas de evitación. Hay
ocasiones en las que los menores despliegan una serie de
conductas para evitar
enfrentarse a la visita, como pueden ser somatizaciones de tipo
ansioso que
producen una llamada de atención en el progenitor alienador y que tienen
como
consecuencia no pasar a la visita.
Utilizan lenguaje y
expresiones de adultos. Suelen verbalizar términos judiciales y
tienen un claro conocimiento acerca de dichos procesos. Por otro lado, realizan
verbalizaciones que son un claro reflejo de la fuerte conflictividad que viven
y de la
postura que han tomado en el conflicto.
Dependencia emocional. Sienten
miedo a ser abandonados por el progenitor con el que
conviven, ya que saben, y
así lo sienten, que su cariño está condicionado. Tienen que
odiar a uno para
ser queridos y aceptados por el otro.
Dificultades en la
expresión y comprensión de las emociones. Expresan sus emociones
de forma
errónea, centrándose excesivamente en aspectos negativos. También
muestran
falta de capacidad empática, teniendo dificultades para ponerse en el lugar
de
otras personas y mantienen una actitud rígida ante los distintos puntos de
vista que
ofrezca el progenitor rechazado.
y en la adolescencia, cuales serìan las consecuencias?
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